Luego de haber permanecido en silencio unos minutos , y cuando creí que ya podía retomar mi discurso, ella me dijo "Dejamos acá, Martín, sí?", sonrió, anotó vaya a saber uno que cosa en su agenda, se puso de pie, y estiró el brazo para saludarme. Yo me quedé sentado mirándola con bronca, me mordí levemente el labio inferior, y sabiendo que no debía decir que lo que iba decir, con la boca apenas entreabierta y mientras me levantaba de la silla y tomaba mi abrigo, le dije "Sabes Juliana, a veces me dan ganas de cagarte a trompadas". Sólo sus ojos acusaron el impacto, porque de alguna manera consiguió congelar su sonrisa y mantener su postura. Avancé hacia el living del departamento, abrí la puerta, y salí con paso rápido. Decidí bajar por las escaleras para no tener que esperar al ascensor. A mis espaldas, presentía que la puerta del departamento continuaba abierta. "¿Qué significa ser un escritor?" Esa fue la chispa, ese fue el momento preciso en el que se desató esta tormenta . El Génesis de este presente. Sí, en el Principio, fue el Verbo: todo este quilombo lo comenzó el Negro Avellaneda cuando hizo esa pregunta. Yo llegué tarde a la discusión. Cuando me sumé a la mesa ya hacia un rato que Joaquín y el Negro le daban vueltas al interrogante, sin lograr un acuerdo. Gatica acotaba algo cada tanto, supongo que solo para hinchar un poco las bolas. Yo apoyé rápidamente a Joaquín, la posición del Negro me resultó insólita; quiero decir, escritor es el qué escribe, punto ¿Qué significaba esa pregunta? el Negro enumeró dos o tres ejemplos con los que creyó poder hacer pie, pero no le fue posible. Los argumentos de Joaquín, y mi respaldo decidido, le impidieron al Negro seguir desarrollando ese disparate. Pero minutos después, cuando el Zurdo y Moliné habían finalizado su charla privada cerca de la parrilla, y se habían acercado a la mesa con una tabla con achuras, una panera y una botella de vino recién abierta, fue allí cuando con sorpresa vimos que el Negro decidía retomar la discusión, doblar la apuesta, y llevar las cosas al extremo. Y entonces dijo: "Un data entry, es un escritor". Lo dijo, juro que el Negro Avellaneda, en Buenos Aires, una noche de invierno de 2008, de pie y ante otros testigos, dijo: "Un data entry, es un escritor". Yo no pude contener una carcajada. Creí que ese remate era suficiente para anular todo el caso (Su Señoría, por favor...), pero no. Hubo risas, un silencio, y luego el Zurdo interesado quizás por la insólita afirmación, quiso entender de que hablábamos , y Moliné también. Y así, el tema resurgió. A pesar del frío, caminé hasta mi casa. Solo me detuve en un quiosco a comprar cigarrillos, y luego retomé mi camino con paso rápido. Los psicólogos deberían evolucionar, y darse cuenta que que no siempre es bueno cerrar la sesión ahí, en el punto crítico. Entré a mi departamento, me cambié de ropa, y comencé a cocinar. Salí un rato al balcón, hasta que tuve algo de frío. Volví a la cocina, y comencé a lavar algunas cosas que estaban en la pileta. ¿Cómo que qué significa ser un escritor? ¿ qué clase de pregunta pelotuda es esa? Escritor es el que escribe, simple. ¿o no? Uno es lo que hace. Uno es lo que hace -repitió Juliana como un eco demorado. No había terminado la frase, cuando ya me había dado cuenta de lo que acababa de decir. Y también supe con amargura que me iba a costar caro. "Piedra libre para Martín", coreaban las vocecitas putas mientras bailaban en ronda con paso de Heidi. Por Dios, cómo odio hacer terapia.