The Bad Plus tocaba a las nueve y media en Niceto. 
Gatica caminaba ansioso por el balcón, devorándose un cigarrillo, mientras repetía una y otra vez
- Vamos a llegar tarde.
Yo estaba sentado en el sillón de su living, tomando un Daniel's y fumando un cigarrito, sabiendo que íbamos a llegar cuando el concierto ya hubiera comenzado; me había adaptado a esa idea con la misma  resignación con la que hacía tiempo había aceptado  la inexistencia de Dios. Joaquín había conseguido las entradas, y luego llamado para decirnos que pasaría a buscarnos a las nueve; todos los que lo conocemos a Joaquín sabemos perfectamente que siempre llega tarde, es casi una cuestión de principios para él.
A las nueve y media Joaquín aparecía a toda velocidad en su bala plateada. Nos recibió con una sonrisa y una humareda, y no demoramos más de algunas cuadras en estar completamente inmersos y tomados por el programa. The Bad Plus tocaba esa noche en Buenos Aires.
Nos ubicamos cerca de la barra lateral, asi ganamos en comodidad y visual, resignando algo de calidad de sonido. Fue una decisión acertada, somos bon vivants, no fanáticos. Gatica fiel a su estilo,  pidió directamente una botella de Daniel'; nos acodamos en la barra, servimos nuestros vasos, y nos dispusimos disfrutar. 
En el escenario tres tipos tejían música. Yo volví a sentir envidia de esta raza jazzera, que se fue transformado luego en alegría y ganas de bailar. Cada tanto comentábamos algo entre nosotros, quizás solo para registrar aún más el momento. 
Mi corazón se detuvo cuando versionaron Changes, de Bowie. My God.
La intensidad del concierto fue disminuyendo lentamente, y luego del bis salimos rápidamente del lugar. Subimos a la bala plateada, y en silencio, emprendimos un paseo urbano que nos llevó por distintos barrios. Yo decidí bajarme en Congreso y caminar un poco.
Viernes a la noche, The Bad Plus había tocado en Buenos Aires. Pensando en eso tomé Avenida de Mayo y decidí alargar mi paseo algunas horas más. Quería disfrutar un rato más del brillo de esa noche.