Hoy desperté y me sentí un hombre distinto. Supongo que mañana en terapia se lo mencionaré a Juan, no lo sé; tal vez lo reserve para mi encuentro con Eugenia. Como sea, me pregunto cuánto tiempo lleva dejar cosas atrás, ¿ qué se requiere para que un cambio acontezca? Descubrí hace años que soy una persona binaria: mi daltonismo me impide ver los matices de los colores, mi oídos no captan las ondas medias de los sonidos, y el paso de la inacción a la acción funciona en mí como un interruptor de luz. Juliana sostenía que en mí los cambios suceden, no se gestan. Esa idea le interesaba más a ella que a mi; yo siempre supe que lo que luce como un K.O. ante otros, es sólo el último round de una larga pelea interna que se definió por puntos hace mucho tiempo. Sí, soy un hombre que, desafiando las leyes de la gravedad y del tiempo, cae con delay. Me levanto de la cama y miro por la ventana; el Sol crece en el horizonte. Lleno de esperanzas, viene a mi cabeza el brindis del Romántico:
Un suspiro para los que me quieren,
una sonrisa para los que me odian,
y sea cual fuere el cielo
que se encuentre sobre mi cabeza,
he aquí un corazón dispuesto a todo.