Nos acomodamos en silencio en la mesa, e inmediatamente
_ A ver, contame…
_ Por dónde empezar –balbuceé con una sonrisa nerviosa.
_ Comienza por el principio, y sigue hasta que llegues al final; entonces, detente –dijo en tono teatral.
Reí,
_ Carroll –le dije.
_ Sí, Carroll –asintió
Esa introducción había borrado mi nerviosismo, y me sentí listo para explicarle mi pedido; me detuve unos segundos, sólo para esperar a que el calvo dejara los vasos y la botella sobre la mesa y entonces, hablé.
_ En fin –dije, queriendo ya ir al grano- necesito tu ayuda para dos cosas, Cabra…
_ Necesito encontrar al otro Martín.
Hice una pausa, y continué:
_ Y después… desaparecer. Quiero desaparecer – concluí.
No quise mirar su cara en ese instante, preferí servir mi vaso de la botella, y encender un cigarrillo. Pasados unos segundos, mis ojos volvieron a la cara de
Esperé todo lo que pude, hasta que finalmente le pregunté:
_ ¿Y? ¿podes ayudarme? –
_ No sé, Martín, no lo sé todavía – hizo un movimiento con su cabeza, y trató de explicarse - esto es como el psicólogo ¿viste? Puedo ayudarte si me contás todo; y creo que vos no me estás contando todo, Martín…
La mirada de
Un hilo helado recorría mi espalda; por supuesto que había hablado en cuentagotas, lo mínimo indispensable para darle coherencia a mi historia –y a mi pedido-. Hice un esfuerzo por escaparme:
_ No te entiendo –le contesté con mirada perpleja- pero decime, a ver ¿qué necesitarías saber?
Advertí en su cara un gesto de desagrado casi imperceptible; su lengua se asomó y recorrió rápidamente el labio inferior, como una víbora furiosa. Decidido a mostrarme a que se refería, con algo de sarcasmo, y mirándome a los ojos, preguntó:
_ El temita este de
Me quedé helado, me sentía desnudo, al descubierto, completamente vulnerable. Entendí que había cometido un grave error, que ignorando los consejos del Zurdo, lo había subestimado.
_¿Cuándo se me ocurrió a mi, que podía pasarlo a
Guardé silencio, e intenté no quebrarme. Tenía dos opciones: confiar en él, y contarle todo; o mandarlo a la puta madre que lo remil parió.