Su voz apenas se escuchaba a través del auricular, y debí esforzarme mucho para poder entender lo que me decía; finalmente acordamos encontrarnos en "50`s" para conversar sobre los detalles del trabajo en cuestión.
Expedition Al es un hombre de confianza del Zurdo; su especialidad son los sistemas informáticos, y el jazz. Con sus dos metros de altura y casi ciento sesenta kilos, alguna vez me contaron que de joven supo correr los cien metros en doce segundos. Cuando lo conocí me sorprendió su tono de voz bajo, y su conversación pausada. Pronto entendí que es un hombre al que le gustan las cosas simples y claras.
Siempre me causó curiosidad que alguien con manos de ese tamaño descomunal hubiera decidido dedicar su vida a los teclados; quizás el dominio de esos temas comienza con un sometimiento físico de las teclas, quién sabe.
Ingresé a "50´s" y en unos segundos comprobé que él todavía no había llegado. Me ubiqué en una mesa cercana a la ventana, pedí un whiskey y comencé, impaciente, a jugar con mi encendedor.
El Zurdo me contó una historia sobre Expedition Al, que recordé mientras esperaba mi trago. Expedition Al era pianista del Trianón, el cabaret de lujo que en ese entonces gestionaba Purrete Roncedo. Al parecer, en un momento algo pasó, Roncedo no acordó con la policía, o alguien no cumplió con lo pactado, como fuera, hubo una redada en el Trianón y, como era de esperarse, la cosa se puso fea. El Zurdo estaba esa noche en el lugar, y me dijo que un grupo de policías, liderado por el Sargento Benitez, entró dando palos al salón. La gente comenzó a correr, hubieron gritos, empujones, y en un momento, el Zurdo vio que Benitez agarraba del brazo a Lucilene y comenzaba a arrastrarla hacia la puerta del salón. Lucilene era la preferida de Roncedo, la reina del Trianón y, según el Zurdo, la morocha más impresionante de la noche de Buenos Aires por esos años. Pero Benitez nunca llegó a la puerta. Expedition Al tomó al sargento por el cuello, obligándolo a soltar a Lucilene, luego lo rodeó con sus brazos, lo levantó sobre su cabeza, y con un rápido giro, arrojó el cuerpo del Sargento Benitez por las escaleras que llevaban a la puerta de entrada. Luego Expedition Al tomó a Lucilene con un brazo, y haciéndose paso a las trompadas, abandonó el Trianón.
Expedition Al fue detenido al día siguiente, y estuvo casi un mes preso. Al Zurdo le consta que su liberación, y su estadía tranquila en la comisaría, se debieron a las gestiones de Purrete Roncedo.
El Sargento Benitez salió en muletas del hospital después de tres meses de recuperación; las muletas todavía lo acompañan.
Luego de este incidente Lucilene abandonó Buenos Aires. Antes de irse, se dice, visitó a Expedition Al en la comisaria, y de alguna manera logró entrar a la celda y despedirse de él.
Mientras pensaba en esta imagen, el mozo se acercó con mi whiskey. Dejó el vaso sobre la mesa, junto a una nota que decía:
"Te siguieron, espera mi llamado" Al.
Quedé sorprendido, desconcertado. Miré alrededor como buscando una respuesta, un culpable, pero fue inútil.
Terminé mi trago, pagué la cuenta, y salí del bar sintiéndome observado. Mientras paraba un taxi y pensaba que dirección indicarle al chofer, tuve el presentimiento de que Expedition Al se había cruzado con Martín, al otro Martín siguiéndome a mi; por un momento me ilusioné: existía la posibilidad de que Expedition Al le hubiese visto la cara a Martín.